La guerra contra la caza furtiva de Elefantes
Cazadores furtivos y avaricia. La demanda global de marfil ha puesto a los elefantes africanos en una encrucijada. La caza y el comercio de marfil han reducido el número de especímenes africanos a un ritmo devastador. A principios del siglo XX, África albergaba a unos cinco millones de ejemplares. Hoy, a la espera de la finalización del Gran censo de elefantes de este año, la población se estima en menos de 470,000 elefantes. Al igual que con otras materias primas, la creciente demanda de China alteró todo el mercado africano de marfil a fines de la década pasada. Desde 2004, su precio se ha disparado. de 200 a 2000 dólares por onza. La matanza, calculan los expertos, llega a más de 35,000 elefantes cada año.
Los guardabosques de la Big Life Foundation, creada en 2010 por el fotógrafo británico Nick Brandt, han luchado contra esta carnicería durante cinco años. Entre sus logros está el desmantelamiento de las tres principales bandas de cazadores furtivos que operaban en una región que, hasta hace poco, era uno de los puntos más candentes en el tráfico de marfil. Hasta su despliegue, los elefantes de Amboseli estaban siendo exterminados. Sin embargo, en los últimos años, gracias a las políticas de concienciación del Gobierno y los recursos proporcionados por entidades como Big Life o David Sheldrick Wildlife Trust, la tendencia ha cambiado. Entre los masáis, además, también ha habido un cambio de mentalidad. Los animales se perciben hoy como un activo que atrae el turismo, las inversiones y la esperanza de evitar el éxodo de las nuevas generaciones a las grandes ciudades en busca de trabajo.
Fundado en 1977, David Sheldrick Wildlife Trust es una referencia en África por su Proyecto para Huérfanos. En su sede, 27 elefantes jóvenes luchan por superar el trauma de perder a su familia. Algún día seguirán los pasos de sus 150 congéneres ya reintegrados en las manadas de la región de Tsavo. El Programa huérfano de David Sheldrick Wildlife Trust es uno de los proyectos de conservación de elefantes más ambiciosos de Kenia. Su ejemplo y el de Big Life Foundation representan el compromiso de respetar al ser humano con respecto a la vida silvestre.